Foto: Ditchling en la década de 1920

martes, 5 de enero de 2016

Encontrando la libertad en tu bolsillo




Como muchos otros, encuentro algo perturbadora la reciente Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas. Y, como no mucha gente, mi preocupación tiene poco o nada que ver con el cambio climático en sí mismo. Si el calentamiento global está sucediendo realmente o no, y si está sucediendo, si ello es por la contaminación generada por el hombre, es un asunto interesante y, de hecho, importante. Sin embargo, existe otro peligro que la Conferencia de la ONU destacó que sería peligroso para nosotros subestimar, esto es el peligro de un Gobierno Mundial aún en embrión que está desarrollándose ante nuestros ojos. Cuanto más poder y espacio se le da a las Naciones Unidas, o que ella se toma para sí, tanto más cerca estamos de un mundo en el que nosotros, como individuos, no tengamos libertad política.

Una de las más grandes amenazas para nuestra libertad es el problema de la progresiva centralización del poder en formas cada vez más grandes de gobierno que están cada vez más alejadas de la gente y que cada vez menos responden, en la práctica, a la voluntad de la gente. En otras palabras, poniendo el asunto en términos toscos, el mundo en el que vivimos se está haciendo progresivamente menos democrático a medida que su gobierno se hace progresivamente más grande. Así, por ejemplo, la progresiva centralización de poder en entes supranacionales, tales como la Unión Europea o las Naciones Unidas, representa una salida desde una genuina democracia hacia una tiranía globalista en la cual las masas plebeyizadas sean efectivamente menos poderosas, sin importar si tienen el derecho a votar en elecciones cada vez menos significativas.

El mismo principio se aplica mucho más cerca en la centralización progresiva del poder en manos del cada vez más grande gobierno nacional, que continuamente y habitualmente usurpa los derechos de las familias y las comunidades locales en su obsesiva y maníaca búsqueda de imponer su ideología todo terreno a todos.

Para hacer las cosas aún peor, estos gobiernos monstruosos son asistidos y alentados en su usurpación de poder por entes económicos supranacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las grandes corporaciones globales, cada una de las cuales trabaja con las instituciones políticas supranacionales para “armonizar” el mundo de una manera en que el Gran Gobierno y el Gran Negocio gobiernen el nido para su mutuo beneficio y a expensas de la libertad política de la gente ordinaria.

Frente a tal alianza nada santa de poderes megalíticos sería fácil bajar los brazos desesperados o levantar las manos para rendirse. Y aún así no hay necesidad realmente de hacerlo. Los enemigos de la libertad pueden ser poderosos pero sus amigos no son para nada débiles. En vez de bajar los brazos y levantar las manos, simplemente tenemos que empezar a ponerlos en nuestros bolsillos de modo que podamos soltar el poder que aún guardamos en nuestra billetera. Tenemos que educarnos y educar a otros para ver cada peso que gastamos de manera correcta es un voto por el tipo de mundo en el que queremos vivir, del mismo modo en que cada peso gastado de forma incorrecta es un voto por la clase de mundo en la que nos encontramos. De hecho, cada peso que gastamos es más poderoso que nuestro voto, ya que un peso nos garantiza que obtengamos aquello por lo que pagamos mientras que un voto no nos garantiza que nos den aquello por lo que votamos. En otras palabras, cada vez que metemos las manos en nuestros bolsillos estamos excavando en busca de nuestra libertad o nos estamos enterrando en nuestra tumba política, dependiendo de si gastamos como sabios o como tontos.



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